Mi ruta para ir al castillo Hohenzollern desde Augsburg
Ruta de ida: 7:30 Augsburg -> (tren RE) -> 8:54 Ulm -> (tren IRE dirección Stuttgart) -> 9:44 Plochingen ->(tren RE dirección Tübingen) ->10:31 Tübingen -> (tren HzL) -> 11:00 Hechingen (3 intercambios, 3.30 horas)
Ruta de regreso: 19:20 Hechingen -> (tren IRE) -> 20:30 Sigmaringen -> (tren IRE) -> 22:21 Ulm -> (tren RE) -> 23:28 Augsburg-Oberhausen (2 intercambios, 4 horas)
Opciones de precios:
- YENDO A BADEN-WÜRTTEMBERG DESDE BAYERN: se puede viajar entre Bayern y Baden-Württemberg con el Schönes-Wochenende-Ticket por 40 €, pero no podría haber cogido trenes ICE (solo trenes y autobuses regionales, excluyendo la lanzadera desde la ladera del castillo hasta la puerta de este). Como la ruta que he dicho arriba no incluye trenes con la «C», esta era la mejor opción para mí.
- DESDE CUALQUIER PUNTO DE BADEN-WÜRTTEMBERG: si no hubiera tenido que cruzar Bayern, la mejor opción habría sido viajar con el Baden-Württemberg Ticket por 23 €, siempre que se esquivara los trenes ICE. Además este ticket otorga descuentos a la hora de comprar la entrada al castillo en el caso de los tickets para familias. Para ver los trenes que entran dentro de la validez del Baden-Württemberg Ticket hay que meterse aquí.
Cuidado porque el tren entre Ulm y Stuttgart los fines de semana suele ir lleno de gente y con retraso.
Si pierdes el tren en Plochingen (como me pasó a mí), toma esta ruta:
9:54 Plochingen -> 10:05 Wendlingen am Neckar ->(tren dirección Herrenberg)->11:00 Tübingen ->(tren dirección Aulendorf) -> 11:19 Hechingen
Todos estos trenes se pueden tomar sin que haga falta cambiar el billete. La excusa de que tu tren original no ha llegado a tiempo te sirve para justificar cualquier cambio de trenes ante el revisor.
Pasa las diapositivas en la imagen de arriba para ver todas las fotos.
Senderismo hasta el castillo desde Hechingen
Son las 11:19 y empieza mi jornada atravesando el pueblo de Hechingen, rumbo hacia el Castillo de Hohenzollern. Y no tengo ganas de ir en bus de señorita. En todo caso el bus se coge enfrente de la estación.
Una vez se sale del pueblo, ir a pie al castillo es un poco pesado (1 hora y cuarto larga andando).
El camino no tiene mucha señalización y pasa pegado a una carretera, a veces sin tramos propiamente dichos de camino, sino que más bien los transeúntes tienen que atravesar campos que pueden estar llenos de barro.
La verdad es que, en este caso, la opción de coger un bus es bastante comprensible.
Ya desde cualquier callejilla aleatoria del pueblo Hechingen se puede divisar la sombra del castillo a contraluz por el solazo que está cayendo.
En realidad lo suyo habría sido empezar la jornada desde Bisingen y subir al norte, para que esta sombra no moleste la perspectiva del castillo. Si se hace senderismo desde Hechingen al castillo, es mejor hacerlo por la tarde.
Desde la estación bajo hacia el sur y subo una colinilla hasta Marktplatz, donde hay casitas antiguas muy monas. Luego bajo por Obertorplatz y por Zollernstrasse. Se puede aprovechar para pasar al lado de Villa Eugenia, aunque no tiene nada de peculiar, la gente va ahí a celebrar sus bodas y tal.
Sigo hasta abajo de esta Zollernstrasse, hasta el cruce con la carretera K7108 que voy siguiendo, bien dentro de los campos y no cerca del borde de la carretera, pues pasan coches a bastante velocidad. Como ya he dicho, no hay un camino propiamente dicho para caminantes, lo que me parece un desacierto.
Al final de esta carretera hay que tomar la otra carretera que sigue a mano derecha, la K7109 y en 2 minutos ya se encuentra el primer cartel que te dice que si sigues a la derecha empezarás la subida al castillo.
Ahora se puede seguir la ruta 17 (morada) para ir a Hohenzollern (2,5 km), o la 16 para ir al pico Zellerhorn primero (4 km). Ambos se encuentran en montañas diferentes, de unos 800 o 900 metros, pertenecientes al sistema conocido como Alpes de Suabia (Swabian Alb).
Explorando la montaña y subida hasta Zellerhorn
Yo elegí subir a Zellerhorn primero, para ver primero las mejores vistas del castillo. Para llegar al pico Zellerhorn hay que hacer un bordeo bastante largo, pero es la mejor opción, porque la subida más fácil es desde el sur. Cuidado de no irse demasiado hacia el sur o uno ya se va a Zollersteighof, que es otra cosa.
En general para estas dos montañas recomiendo no experimentar, y tratar de seguir siempre los senderos más grandes y señalizados. Nada más empezar la subida al castillo, vamos a ver un letrero que nos pide amablemente que no vayamos por los senderos que tienen una señal de prohibido en color verde, pues son áreas salvajes donde se quiere respetar la vida autóctona y si la gente pasara de continuo no podrían desarrollarse en paz los animales.
Otro motivo para no seguir estos caminos tan aventurados, es que a veces llevan por zonas peligrosas, por las que no se puede pasar, o por las que te podrías perder con facilidad y sería difícil encontrarte porque nadie pasa por ahí.
En definitiva mejor no ir por estos caminos. Yo lo hice, con la intención de atajar desde el extremo final occidental de la pradera de Zellerhorn hasta el sendero que lleva de nuevo a Hohenzollern, y por poco me mato. Como es otoño todo estaba completamente cubierto de hojas secas y eso daba lugar a que muchas veces debajo de las hojas hubiera barro o directamente nada, por lo que me estuve cayendo varias veces y resbalando. Acabé con el culo del pantalón marrón vivo.
Además pretendí bajar una cima demasiado empinada, y no se podía so pena de estamparse, así que al final tuve que ir bajando casi sentada, o deslizándome por las hojas buscando caer agarrada en el siguiente árbol… Un show que solo sirvió para perder tiempo, no para ganarlo. Y además me acojoné bastante de que me pudiera pegar una hostia seria y nadie me encontrara.
Lo interesante del pico Zellerhorn es que hay una pradera en la cima (Zellerhornwiese), verde, sin árboles, que proporciona unas hermosas vistas tanto allí como cuando se ve desde el Hohenzollern. Venir a estos sitios en otoño es un espectáculo porque la paleta de colores se despliega y se gana el título de romántica.
Parece ser que en esta colina hubo hace tiempo otro castillo, pero fue destruido en las guerras internas de la zona y ahora no saben qué pinta llegó a tener.
Las vistas desde esta cima son obligatorias si uno se pasa por Hohenzollern, si no se ven, es como ir a Neuschwanstein y no ir a Marienbrücke.
Arriba hay tres o cuatro sillas y mesas para merendar algo, o también se puede sentar uno en una piedra.
Uno se queda impactado cuando sube la cuesta y de repente ve el espectáculo que hay arriba…
Eso sí, recordar que esta parte hay que verla por la mañana porque como está al sur del castillo, si vienes más tarde el sol te fastidia creando contraluz.
Ahora toca hacerse el camino de vuelta para subir al castillo.
El Hohenzollern Schloß
Al castillo se entra por una cuesta atunelada en la que hace bastante frío.
Nos podemos imaginar que somos visitantes forasteros que llegan al castillo después de una dura caminata, y los moradores de este dudan de abrirnos el portón por nuestras pintas.
En el Biergarten de Hohenzollern me pido una estafa de Mezzo mix por 3 €, pero es que no tenía nada más de beber. Sin embargo me congratula decir que el baño es gratuito.
Precio y duración: la entrada al castillo vale 12 € la de adulto y 8 € si llevas carné de estudiante. La visita tiene que ser guiada (en inglés o alemán) por narices, si no, no entras, y dura 1 hora. No dejan hacer fotos dentro.
Visita guiada
Para entrar hay que hacer cola en la plazoleta del castillo, enfrente de la puerta principal.
Recomiendo mirar cómo va la cola lo primero de todo en cuanto uno llega a Hohenzollern, sin pararse a ver los miradores o las capillas. El exterior lo puedes ver después, pero si llegas y resulta que hay un tour en el idioma que te interesa justo a punto de empezar, pues mejor hacerlo lo primero y así no comerse la espera después.
Quizás la guía se centra demasiado en hablar de las genealogías y de nombres, que al fin y al cabo todos vamos a olvidar enseguida. Está bien que cuente anécdotas graciosas de algunos reyes (por ejemplo, la leyenda de la mujer decapitada cuyo espíritu ronda por el castillo) pero a veces se hace pesado que hable demasiado.
Historia y estructura
De las estancias, decir que son de película, alucinantes. Está todo muy bien cuidado gracias al dinero de los turistas. El castillo pertenece a manos privadas, es decir que el estado no subvenciona su manutención.
Como pertenece a 3 dinastías distintas, estas se dividen en tercios de año el tiempo que pueden pasar en el castillo. Los propietarios del castillo todavía se siguen llamando a sí mismos «príncipes de Prusia». Lo del nombre «Zollern» no se sabe de dónde viene exactamente ni qué significa.
La dinastía Hohenzollern se remonta al siglo s. XI, es la familia noble más antigua e importante de Suabia. De ella se derivan muchas otras ramas, como la rama de Suabia o la rama de Prusia-Brandenburgo. Todas estas dinastías perdieron su poder absolutista con la derrota de Alemania al término de la 1.ª Guerra Mundial, cuando el imperio alemán fue sustituido por la República de Weimar.
El castillo data del s.XII aproximadamente, aunque fue destruido completamente en el s.XV y reconstruido de nuevo, mucho más fortificado y poderoso que antes. En el s.XIX fue de nuevo abandonada su manutención por motivos económicos, por poco tiempo hasta que se decidió ponerlo en marcha de nuevo, con un estilo neogótico. En los años 70 el castillo también sufrió algunos daños por terremotos, que tuvieron que ser costeados.
Hay salas deslumbrantes, por lo detallistas que son: paredes engalanadas con dibujos de enredaderas, el motivo del águila prusiana repetido profusamente, el techo abovedado con sus gruesos contrafuertes también finamente adornados, los sillones de terciopelo azul, los innumerables retratos que abundan en todas las salas, las obras de pintores conocidos como Laszlo, los amplios ventanales con las vistas imponentes de toda la región, contrastando el verde natural del exterior con los colores de las galas del interior que insisten en dorados, escarlatas, azules…
La última etapa de la visita es la sala del tesoro en la que hay cosas muy interesantes. Una corona que fue robada en una ocasión (aunque el ladrón fue pillado), y en consecuencia, parte de la corona se rompió; el vestido de 13 kg de plata que la princesa llevó a la recepción con Napoleón; la cajetilla de tabaco que salvó la vida de uno de los reyes prusianos por encontrarse en su bolsillo justo cuando le pegaron un tiro en ese lugar (y aún hoy se conservan el uniforme remendado, la cajetilla y la bala)…
Me ha llamado la atención que la calidad del cosido de las ropas reales no era tampoco tan maravillosa, las cosas hechas a mano tienen esa linda imperfección tan característica. Frente a esto, todos los atuendos creados por los diseñadores de vestuario de las películas no parecen más que artificiales falsificaciones.
Al salir de la visita guiada se pueden visitar las dos pequeñas capillas pertenecientes a religiones distintas, para satisfacer las diversas creencias de los miembros de la familia.
Se puede bordear la muralla maravillándose de la amplia vista, de las sólidas paredes color arena del castillo, y de las grandes estatuas de los propietarios del castillo (káiser y reyes) que lo rodean.
La vista desde aquí es parecida a la de Neuschwanstein. Ambos castillos son complementarios en esplendidez y deberían visitarse obligatoriamente si uno está en Alemania, pero por alguna razón el Neuschwanstein es más famoso.
Un detalle gracioso del Castillo es que es obligatorio llevar puestas unas pantuflas gigantes, para no picar el suelo. Y también es posible ponerse una mini capa real de color rojo, pues ese es uno de los motivos por los que los dueños no suelen residir en tan maravilloso castillo: por muy hermoso que sea, el frío que hace dentro es brutal. Incluso la guía iba con el abrigo puesto dentro, y hoy no era para nada un día de invierno riguroso (hicieron 20 grados).
Eventos
Es interesante mirar el programa del castillo antes de visitarlo. A veces hacen cosas interesantes, como mercados de invierno, o poner decoraciones florales por todo el castillo en primavera.
En las fechas que yo fui en una de las torres había una exposición adicional de fotos del castillo, incluida en el precio, por parte de la fotógrafa china Xiaowei Ju.
Web del castillo para saber más.
Caminata de regreso
Al final me volví andando a Hechingen de nuevo (otra hora y cuarto andando), pero porque no encontré ningún autobús que llevara al pueblo. En el castillo hay un autobus lanzadera que te lleva al párking de coches, pero eso sólo te ahorra 20 minutos de caminata y por 1,9 € no compensa.
En general hay que tener cuidado ahora en invierno con los anocheceres, para que no te pillen en mitad de la nada y sin luz. Por ejemplo en este camino a Hechingen no había farolas hasta que uno no está bien entrado en el pueblo.
También conviene no cogerse los últimos trenes del día, por motivo de las cagadas de la DB con sus retrasos. Regresé a la estación bordeando el riachuelo Feilbach, una agradable caminata para terminar el día.
Otros lugares de interés para combinar con esta excursión
Habría sido interesante hacer una visita también al Castillo de Sigmaringen, hermano de Hohenzollern. Está a unos 50 km de aquí. Aunque sin coche estas excursiones se hacen un poco pesadas.