Copenhague, capital de Dinamarca
En este viaje estoy en Copenhague / Kobenhavn, el ‘puerto de los comerciantes’, y una ciudad muy cara para mis pobres bolsillos de españolita.
Lo mejor de la ciudad son sus bonitos edificios de diseño moderno, su tradicional Nyhavn y la animada vida nocturna. Lo que menos gusta de la ciudad para los españoles que no viven aquí son sus precios y el tiempo, que es un poco deprimente. Es una ciudad envuelta en colores gris y añil, con algunas salpicaduras de puntos rojos que le dan las casitas de los pescadores de vez en cuando para dar chispa al paisaje.
Los distritos de Copenhague se suelen formar con el sufijo –havn que significa ‘puerto’. La ciudad es bastante similar a otras ciudades del norte de Alemania como Hamburg, en arquitectura y puertos, aunque la vida social es diferente. Copenhague es mucho más internacional y se puede sobrevivir con el inglés perfectamente. De hecho hay lugares que te atienden directamente en inglés, e incluso las personas mayores lo hablan, aunque sí puede ser un problema a la hora de ir a un supermercado y encontrarse que no entiendes qué demonios estás comprando (o no enterarse de las ofertas).
Vuelos a precios irrisorios para los daneses
Volar hasta aquí ida y vuelta me salió por 188 €, con Scandinavian Airlines y luego a la vuelta con Lufthansa. La cara es Lufthansa, los daneses tienen vuelos baratísimos a cualquier parte del mundo, algunos por 8, 10, 15 €… Irrisorio si se compara con lo que se gastan en transporte aquí.
El complicadísimo sistema del metro
La ciudad no está tan preparada para el turismo como otras ciudades del sur de Europa (debido al clima y a lo caro que es todo, poca gente viene aquí, aparte de los hispters que están ya cansados de Berlín) y eso se nota en detalles como estos.
La tasa de cambio era de 1 € = 7,4 coronas DKK en el momento de mi viaje.
El mapa del metro se divide en zonas. El billete mínimo cuesta 24 coronas (3,2 €) y te permite cruzar 2 zonas (la zona en la que estás cuenta).
Sin embargo, aquí viene la jugarreta… nada más llegar apoquiné 36 coronas (4,8 € pagando con tarjeta) en el aeropuerto para pasar desde la zona 4 hasta la zona 3… porque aunque el aeropuerto sea la zona 4 y la casa a la que iba estuviera en la zona 3, como el recorrido es 4-2-3, tenía que pagar 3 zonas, y eso es un billete de 24 coronas más un sumplemento de 12.
De todos modos yo lo que quería era comprar la Flexcard, una tarjeta para moverse 7 días por Copenhague por 320 coronas (42,85 €), también cara, pero incluye barco, y al fin y al cabo había que aceptar que el transporte es carísimo aquí.
Pues resulta que la maldita máquina del aeropuerto (y de ninguna estación) no vendía Flexcards de 3 zonas, solo de 4, o sea que salía más caro. La única forma de hacerse con la Flexcard para 3 zonas era ir a comprarla en la estación de Enghavn al día siguiente.
También podía haberme pillado la Flexcard de 2 zonas por menos precio, y haber hecho algunos viajes jugándomela, como hace mucha gente… (hay pocos revisores) o haber ido andando el trayecto sobrante, pero debido al clima no apetecía.
Como ya es sabido, comprarse un coche en Copenhague tampoco es una opción para muchos, el precio se duplica para ellos por el tema impuestos. Aquí se usa bicicleta, pero claro, lloviendo, con frío y viento, no sé cómo narices se acostumbran a esto.
La ciudad se puede ver perfectamente en 2 o 3 días, incluso 1, y para eso también hay tarjetas de descuento para los turistas, la Copenhague Card. Si yo no me hubiera quedado semana y media en la ciudad, habría comprado una de esas. Pero como tenía que estar más tiempo y hacer viajes todos los días, compré la Flexcard, aunque otra opción es comprarse un bono de 10 viajes.
En general, entender cómo funciona el sistema de transportes es bastante complicado incluso para los daneses. Si tienes una tarjeta de transportes de residente es necesario «fichar» tanto si entras como si sales del metro/bus, y mucha gente se le olvida hacer el check-out, lo que deriva en multas poco agradables.
Edificios futuristas
Ahora mismo me estoy quedando con unos amigos en una casa en la zona de Sluseholmen. Es una zona con apartamentos de construcción moderna, nuevos, con algunas zonas todavía en obra alrededor, con grandes cristaleras de ventanas sin cortinas y calefacción que sale desde debajo del parqué. Desde la orilla de enfrente (donde está Amagerfaelled) se puede ver una mejor vista de esta moderna zona, rodeada de casitas de pescadores típicas danesas de color rojo.
Como comento más abajo, una forma muy buena de ver los modernos edificios a las orillas del río es usar el barco-bus amarillo, incluido en la Flexcard.
En la zona de Vestamager hay edificios muy modernos: el 8Tallet, la Residencia de Estudiantes Tietgen, la facultad de humanidades, la VM Mountain, realmente interesantes de ver.
En la residencia de estudiantes Tietgen se puede uno esperar a que entre alguien para colarse y otear un poco lo que hay por dentro. Las habitaciones son bastante pijitas, y lo bueno es que parte están subvencionadas por el Estado, así que creo que «solo» hay que pagar 500 o 600 € al mes…
Christiania
En Christianhavn está la famosa «ciudad libre» de Christiania.
No se puede hacer fotos en Christiania. Escuchamos una historia de un chico al que dieron una paliza y le destruyeron la cámara allí, tirándola a una de las hogueras que hacen en barriles para calentarse en invierno, y no pudo hacer nada porque, aunque fue a la Policía, los agentes le dijeron que no podían intervenir ahí. A otra chica, simplemente por hablar por teléfono le dijeron que lo apagara, porque creían que estaba haciendo fotos in fraganti.
La verdad es que a mí Christiania no me impresionó. Me pareció demasiado metida en las drogas, en comparación con otras barriadas hippies como por ejemplo Metelkova en Ljubljana. Metelkova por lo menos incentiva la creación artística, y es más acorde con el resto del paisaje casi decadente de algunas zonas de la ciudad de Liubliana. Pero Christiania es simplemente el reducto de los porreros de Copenhague.
Hay unos cuantos mercadillos dentro, pero por la noche no están puestos. Si vas por la noche el aspecto de la ciudad libre es super marronero. Todo super oscuro, pestazo a marihuana generalizado, vigilantes chunguísimos controlando que nadie se queda parado demasiado tiempo en un mismo punto, puestos con estridentes lucecitas de OPEN y todo tipo de letreros descarados vendiendo a mansalva y unas mesas de madera al fondo con gente fumando como cosacos. Po fale.
Por detrás de las mesas hay unas escaleritas que llevan a una minicolina desde la que se puede ver el río y una vista generalizada de Christiania. Las casitas construidas en madera a lo largo del río forman parte de la zona de Christiania por la que los turistas nunca van. Aquí está la auténtica vida de la ciudad y donde vive el resto de la gente que no se dedica a vender droga, sino que a lo mejor tiene otro tipo de trabajo útil para la comunidad.
Los vendedores de Christiania van siempre con las caras tapadas con bragas y gorro negros, como si fueran unos terroristas, y se esconden en su puestos bajo unas cortinas de cartón recortado desde las que solo asoman a través de un pequeño hueco…
La mercancía, por cierto, a 15 € el gramo.
Si acaso se le puede reconocer a la ciudad libre el mérito de estar resistiendo en mitad de una ciudad de políticas muy conservadoras, lo que resulta algo chocante. Aunque de vez en cuando hacen redadas, la ciudad sigue vendiendo.
Últimamente, debido a que la ciudad está creciendo bastante, el ayuntamiento se ha dado cuenta de que los terrenos en Christiania están ganando bastante valor, y está ofreciendo a los habitantes la posibilidad de tenerlos en propiedad legalmente a cambio de un precio reducido, y de que paguen otros impuestos.
Food Street Market
Cerca de Christiania hay un Street Food Market donde los precios rondan las 75 coronas (10 €) por una ración pequeña, aunque la comida al menos es de buena calidad y de distintas partes del mundo. Allí nos comimos un Pa Thai y un Korean Curry (de distintos puestos). La carpa está sumida en la oscuridad y tiene unos cuartos de baño gratuitos algo decadentes. Justo al lado está el Experimentarium, un parque temático infantil dedicado a la ciencia. Hay otros Street Markets en la ciudad pero son carísimos.
Centro urbano
En la isla al otro lado de Christiania se encuentra el centro urbano y todos los museos, catedrales, iglesias, plazas, etc. Encontramos el Tivoli, uno de los parques más antiguos de toda Europa que no se destruyó durante las guerras mundiales (Copenhague no fue destruida por los nazis debido a la sumisión de las autoridades ante la invasión nazi, aunque muchos de los habitantes se rebelaron en contra de la ocupación, por eso podemos encontrar edificios bastante antiguos).
Se puede ver una vista de la ciudad desde las alturas, no especialmente sorprendente por 25 coronas (3,34 €) en Rundetaarn. Esta torre no tiene escaleras sino una enorme cuesta en espiral, que se dice que se construyó así porque el rey no quería tener que subir peldaños cada vez que subía hasta aquí. Prefería ir en caballo.
El palacio real, Amalienborg, en realidad son varios palacios, uno para cada miembro de la familia real. Si las banderas ondean en los tejados significa que la familia real está dentro. Lo más sorprendente de estos palacios es que están en mitad de la ciudad y que cualquiera puede darse vueltas por la puerta de los mismos. La única seguridad que tienen son unos cuantos guardias uniformados, que cuando llegamos estaban haciendo una procesión de un palacio a otro que tenía más de atracción turística que de útil. Cerca de aquí está también el Museo de diseño, y más al norte encontramos la isla en forma de estrella y la famosa sirenita (Den Lille Havfrue), y un puerto muy bonito.
Desde este puerto se puede uno montar en un barco-bus de color amarillo, incluido en la Flexcard e ir pasando por todas las paradas al sur hasta Sluseholmen. Es una de las cosas que más recomiendo hacer en Copenhague, darse vueltas con el barquito. El barco está cubierto y tiene calefacción. Desde el río se pueden ver los edificios acristalados, la ópera, el Diamante Negro (biblioteca), etc… por la noche también merece una visita especial.
Si quieres sufrir más, puedes ir al Icebar, que está en el centro muy cerca del ayuntamiento y el museo nacional. Es un bar helado carísimo, donde no se puede estar más de X tiempo porque te morirías de frío. Este bar también está en otras ciudades del mundo, como Madrid o Barcelona.
Nyhavn
La cara fotogénica de Copenhague en el centro urbano es Nyhavn, adonde se debe ir sin falta.
Allí nos encontramos con una manifestación nacionalista tipo Pegida en contra de la entrada de refugiados y muchos antifascistas gritándoles cosas e intentando sabotear la manifestación.
Estaban haciendo la manifestación justo enfrente de Christiansborg, el parlamanto danés.
Una mujer espontánea de unos 70 años vino a nosotros a explicarnos por qué había esta manifestación. Nos dijo que la hacían todos los lunes pero ahora se redujo a una vez al mes. Dinamarca sólo ha acogido a unos 6000 refugiados ese año, que no es nada comparado con los que ha acogido Alemania. Muchos daneses temen que si dejan entrar a los refugiados el sistema social se desmorone. En Dinamarca hay una población de 5 o 6 millones de habitantes, en Suecia hay el doble. En Alemania hay 80 millones de habitantes y el sistema social no cubre tantas necesidades. Por ejemplo, aquí si te quedas sin empleo puedes estar 2 años cobrando, y más si tienes hijos, y te dan muchas ayudas si tienes hijos por debajo de los 30, por eso mucha gente en la universidad tienen ya hijos. El temor de esta gente es que los refugiados abusen de estas ayudas sociales. Pero la mujer que se puso a hablarnos, decía que era psicóloga y que estaba en contra de estas medidas tan poco sensibles con el sufrimiento humano ajeno.
Norrebro y Vesterbro
Otras zonas en Copenhague son el barrio de los inmigrantes (Nørrebro), feo de ver, y la zona hipster (Vesterbro). Al sur de Norrebro está el Assistens Kirkegaard, un cementerio donde podemos encontrar la modesta tumba de Hans Christian Andersen (el autor del cuento de la Sirenita) o la de Søren Kierkegaard, el filósofo.
Playa de Amager
Esta playa… lo cierto es que es fea, adónde va a parar, para los ojos de una española.
La mayoría del tiempo hace mucho frío y viento por aquí, azotando las cañillas y la arena fina. Algunos cisnes rondan sus aguas. Al fondo entre la niebla se ve el puente de 30 km que lleva a Malmö, en Suecia.
Una parte de la playa es privada: hay una plataforma sobre el mar que esconde unas piscinas dentro (Helgoland), y la gente que pasaba dentro lo hacia usando una llave.
Recomendación para comer por un precio «barato»
Una opción para comer o cenar (a horas tempranas, claro está) sería la cantina de las facultades.
Por ejemplo en la CBS (Copenhague Business School), a la que se puede llegar desde la parada de metro Frederiksberg o desde Fasanvej, se puede comer de muy buena calidad por 45 coronas (6 €), o menos, porque va por peso (39 coronas – 5,22 € evitando las cosas pesadas). El menú varía según el día pero se puede encontrar pescados de todo tipo, arroces, pollo con salsas exquisitas, costillas a la barbacoa, estofado (con salsas muy curradas y creativas, por ejemplo de mango), sopas y también cosas más ecológicas como falafel con humus, pastelitos de queso, una gran variedad de verduras, etc. Los pasteles y postres se pagan aparte. También se pueden llevar las cosas en tarros de plástico con los cubiertos, así que resulta realmente práctico y una opción a tener en cuenta.
Eso sí, si vas a entrar en este lugar, procura ir vestido de forma que no llames demasiado la atención… (es un sitio un poco hipster-pijo).
Vida nocturna
En Copenhague hay una vida nocturna muy activa. En verano sobre todo, cuando hay festivales multitudinarios en la calle como el Distortion, por decir un solo ejemplo.
Las fiestas de las facultades son también muy conocidas.