Hoy hice una excursión a dos pueblos al sur de Múnich: Schliersee y Tegernsee. Lo interesante de hacer esta excursión en noviembre es que es la época del Leonhardifahrt, que a continuación explico.
Leonhardifahrt
En estas fechas (especialmente el 6 de noviembre pero también el 7 y el 8) se celebra en algunos pueblos bávaros el Leonhardifahrt. Se trata de una procesión en carros de caballos con los trajes típicos regionales, que da vueltas alrededor de una Iglesia o que sigue un determinado trayecto durante todo el día, y a la que acompaña un cura que va bendiciendo a los aldeanos y una banda de música local que hace sonar la Blasmusik (música folk típica alemana).
La fiesta también se suele acompañar de competiciones con el uso del látigo, arte que se llama Goaßlschnalzer.
Se celebra en honor al santo más querido de Baviera, San Leonhard o Leonardo, el patrón del ganado y especialmente de los caballos (sugerencia: intenta buscar un calendario de eventos en alemán para ver si alguno de estos desfiles te pilla cerca).
El Leonhardifahrt más concurrido y conocido es el de Bad Tölz. Sin embargo caía en viernes y esto implicaba que el Bayernticket no se podía usar hasta las 9, hora que empezaba el Festival, lo cual no encajaba con mi idea de visitar Tegernsee aprovechando el ticket después.
Otra opción que barajé fue ir al Leonhardifahrt de Kreuth, pueblo justo al sur del Tegernsee, que además tenía la particularidad de que es la localidad donde más antiguamente se celebra la tradición.
Pero finalmente me decanté por hacer el viaje el domingo a Schliersee. Este pueblo enano está también a la vera de otro lago del mismo nombre. Le encontré el encanto y por eso lo elegí.
Ruta en tren desde Múnich
El tren que hay que tomar para ir a Schliersee es el BOB con dirección Bayrischzell.
Para ir a Tegernsee, hay que tomar el BOB con dirección Tegernsee.
Atención porque para ir a los pueblecitos de esta zona en el BOB hay que fijarse bien que uno está en el vagón correcto, porque cada uno de los vagones se dirige a Bayrischzell, Tegernsee y Lenggries respectivamente. Hay que fijarse en unos carteles de la estación donde te dicen si te tienes que poner en el trozo A, B, C o D de la vía (no siempre existen esos carteles, si no están, la única indicación es lo que ponga en el panel eléctrico en el lomo del tren, o en la pantalla de dentro).
Desde el Schliersee se puede ir a Tegernsee en el bus 9555, que sale cada hora. Pero hoy con el Leonhardifahrt evidentemente el tránsito de autobuses estaba bloqueado.
El BOB desde Múnich para ir a los pueblos del sur estaba hoy asquerosamente lleno de gente, hasta las ventanas sudaban y no se podía subir nadie más al tren.
Como hacía buen día, todo el mundo iba a las montañas y llevaban todo su equipamiento de senderismo, con muletas de apoyo, mochilas gigantes y demás, que realmente no sé para qué sirve llevar tanta cosa que después hay que arrastrar y pesa.
Evidentemente en tal Cristo el revisor no podía ni pasar por los vagones para pedir los billetes.
De todos modos, los trenes BOB son muy buenos y tienen una pantalla que te va diciendo todas las paradas, la hora a la que se va a llegar y la hora a la que se debería llegar, y también las conexiones que se podrían coger en cada parada.
Schliersee
Nada más salir del tren se escuchaba el tañido de las campanas y las carrozas del Leonhardifahrt estaban empezando a salir por orden.
Me puse a seguir la procesión, aunque la hora del día y la posición de las casas que arrojaban sombras sobre la gente en los carros, no ayudaba precisamente a las personas que queríamos hacer fotos.
En general el público es bastante viejo en este evento pero también hay familias con niños que miran embobados los caballos, y unos pocos turistas.
Hay hombres y mujeres jinetes, algunos niños en mini carros tirados por ponys, carrozas unisex y otras mixtas, mucho hombre con traje típico tirolés (con sus Lederhose y las típicas camisas en tonos blancos, grises, verdes y marrones) y mujeres con el traje negro y verde, sombrero y un recogido alto para el pelo; algunos hombres con instrumentos de viento en las carrozas o a pie amenizando la marcha, figuras de santos…
No los seguí hasta el final de su ruta. Después de la procesión uno puede relajarse un poco en el precioso lago, y eso fue lo que hice. Aquí se respira tranquilidad y no hay tanta gente como en Tegernsee.
Tegernsee
El siguiente tramo del día era Tegernsee.
A las montañas de Tegernsee conviene venir un día despejado para aprovechar las vistas, sin embargo esto también conlleva saturamiento de gente, porque este es el pueblo predilecto de la ciudadanía de Múnich para venir de asueto.
Tegernsee es un pueblo encantador, muy preparado para el turismo, con un lago impresionante no apto para el baño, solo para mirar.
Vas a encontrar siguiendo la calle principal casas muy cuidadas, pintadas tradicionalmente, con bonitos balcones de madera adornados con macetas, puertas y ventanas de cuento de hadas, etc.
La Rosenstrasse, por ejemplo, es de visita obligada, está casi al lado de la estación. Las casitas que hay siguiendo el caminito hacia el lago son fascinantes.
Lo que no me gusta es que algunas de las casas que están justo enfrente del lago están en propiedad privada, bloqueando que cualquiera pueda pasar por ellas y disfrutar de la vista desde sus parcelas (aunque uno siempre puede colarse en los jardines haciéndose el distraído).
Wallberg
Al sur de Tegernsee están otros pueblos, entre ellos Rottach-Egern y justo abajo del todo Kreuth, que ya he comentado por su Leonhardifahrt; y también se encuentra la montaña Wallberg, de unos 1700 m, aunque no es la única (hay un sorprendente mapa en la entrada del funicular de la montaña que muestra toda la zona y sus rutas de senderismo).
Desde Tegernsee a Wallberg (solo hasta los pies de la montaña) andando hay más de una hora, pero también se puede coger el autobús 9556 dirección Wildbad Kreuth en cualquiera de las muchas paradas que hay bordeando la carretera principal, y bajar en la parada de Wallbergbahn.
Lo interesante de Wallberg es que es bastante fácil llegar hasta aquí, tiene una vista fulminante en la cima y además un funicular que pone las cosas más fáciles, pues puede subir al mirador de la cima en 10 minutos. En invierno la gente viene aquí cuando hay nieve, para tirarse en trineo, se les puede ver desde el funicular.
Lo malo es que la subida a la montaña en funicular es bastante cara: 19 € ida y vuelta y 10 € sólo un viaje (los niños pagan menos, pero no hay descuento de estudiantes). Por eso opté por hacer la bajada andando, aprovechando para hacer senderismo y ver las vistas.
Una vez arriba, saliendo del funicular hay dos caminos cortos para moverse de un lado a otro de la cima.
Uno lleva a una mini iglesia en la que no se puede entrar (por cierto en esa dirección se ve a lo lejos el Zugspitze, pico más alto de Alemania) y el otro sigue un poco más escalando hasta arriba de Wallberg, al pico más alto.
Es un poco difícil este segundo tramo porque hay partes que hay que usar las dos manos para escalar. Pero la gente va con niños y todo. Al final hay una cruz y bancos para sentirse como el Rey del mundo.
Las casitas que se ven a lo lejos son algunas Gästehäuser para los que quieran alquilarlas, seguramente como albergue bucólico en el invierno.
Aunque recomiendo subir, las vistas desde aquí son un poco más o menos iguales que las de más abajo, así que tampoco es imprescindible subir si te da la vagancia… Pero ya que estás ahí, qué menos que acercarte.
Algunos aventureros desde aquí deciden seguir más adelante y cruzar las montañas rumbo hacia no sé dónde. Otros, no sé cómo, han conseguido subir hasta ahí arriba sus parapentes y se preparan para tirarse de uno en uno.
Ahora, si uno quiere gastarse los cuartos puede ir al restaurante al lado de la entrada al funicular, que lo bueno que tiene es que el baño es gratis. Uno puede sentarse en los muchos bancos que hay salpicados por la cima o incluso tirarse en la hierba a dormir un rato con los dulces sueños que produce estar rodeado por un entorno idílico.
En la bajada, el camino está muy bien marcado y es amplio y concurrido, aunque se hace un poco pesadito, se tardan horas para bajar, incluso aunque tomes todos los atajos que se van ofreciendo por el camino.
Lo que me sorprende es que hubiese mucha gente subiendo la horrible cuesta de más de 3 horas y super empinada, e incluso algunos de ellos con niños muy pequeños o arrastrando la mountain bike (¡uff! Me cuesta la vida solo de pensarlo), o incluso también abuelillos.
De todos modos no hay tantos espacios con vistas deslumbrantes en esta cuesta. Es mucho más impactante la vista desde el funicular. Hay unos pocos bancos para hacer altos en el camino.
El regreso
Por fin ya abajo vienen los problemas si es domingo y un día despejado, porque probablemente medio Múnich esté aquí y ya desde las 15:30 empezarán a salir todos los coches en estampida al mismo tiempo, bloqueando la calle principal que une Tegernsee con Rottach.
Los autobuses también se verán afectados, así que lo más recomendable, aunque no haya ningunas ganas, es ir andando hasta la estación (atravesando granjas graciosas en la parte de Rottach) si uno ve muy congestionada la cosa.
Los trenes a Múnich, incluso después de las 18, volverán a ser de nuevo unas ratoneras durante toda la hora que dura el trayecto. De hecho, los conductores se ponen a decir por los altavoces que hay más hueco en un vagón u otro, para que la gente se distribuya equitativamente y no esté tan apretada.